Yo Digital
- Pedro Overstrick
- 31 jul 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 18 sept 2020

¿La humanidad se ha reducido a un byte o se ha expandido por toda la red?
Desde la aparición de las computadoras y el internet la humanidad se adentró a lo que algunos llaman la Era Digital, un episodio de la historia donde el día a día depende de los medios tecnológicos, en especial los virtuales.
Haciendo un recuento podemos darnos cuenta que los medios cotidiano poco a poco han suplantado actividades de nuestro día a día, de tal forma que la interacción en las redes sociales se han convertido en el medio para socializar, el eCommerce la nueva manera de comprar y vender, la mensajeria web el principal canal de comunicación para acercarnos a otros, los emojis los símbolos del lenguaje contemporáneo y los memes las manifestaciones de humor y sátiras cotidianas.
El psicólogo Carl Rogers hablaba del "Yo real" y el "Yo ideal", para referirse a el estado actual de la persona y al “deber ser” o mejor versión de sí misma, de igual manera manifestaba que la sensación de bienestar de la persona aumentaba conforme la brecha entre esas 2 concepciones se iban acortando.
Hablar del Yo implica complicadas y existencialista definiciones pero de un modo sencillo podemos decir que es la identidad del individuo o como cada quien define su ser, siendo así el Yo digital lo podríamos definir como la autodefinición que asumimos en los medios informáticos, convirtiéndose este la cara o portada que mostramos a nuestros pares a través de la web.
Por años se criticó la virtualidad alegando que era disfuncional y desapegada a la realidad, el ser humano cada vez más seguido migra del plano real al plano digital, que por mucho tiempo fue considerado ficticio hoy en día es una realidad paralela y el medio de acercamiento principal con los otros.
¿Pero qué pasa ahora que todo depende de la tecnología?
Básicamente tenemos la web en el bolsillo, y así como estos, muchos otros cambios que progresiva y paulatinamente han ido modificando la conducta humana, todo esto sin mencionar que ningún experto predijo que en el 2020 una pandemia nos obligaría a recurrir al mundo virtual como medio de subsistencia, hecho que afianzó e incluso aceleró todos lo cambios que ya se venían dando.
Acá lo importante parece ser la manera en que muchas veces desplazamos nuestro Yo real por un Yo digital, convirtiéndose este algoritmo o byte en el Yo ideal que de una u otra manera siempre será ficticio e ilusorio, quizás se logre aparentar que lo digital y lo real coinciden pero en la soledad cuando las luces y los sonidos se apagan no hay filtros ni efectos que valgan.
Hay proyectos científicos que buscan codificar los recuerdos, las aptitudes e incluso la personalidad para ser almacenada en plataformas como “la nube”;el psicólogo Abraham Maslow expresaba: “la felicidad, el goce, la satisfacción, la paz del espíritu, la diversión, el juego, el bienestar, el júbilo y el éxtasis han sido ignorados por los científicos…” En base a esa palabras se podría decir que al adoptarse ese nuevo modo de vida se dejaría de lado los aspectos esenciales que nos hacen humanos, o viéndolo de otra forma ¿Será este el superhombre del que hablaba Nietzsche?.
¿Sería correcto afirmar que esta era se trata de una especie que se ha des-naturalizado?, des-vinculandose cada vez más de lo natural para compenetrarse con lo virtual.
En años anteriores el psicólogo Erich Fromm expuso un término muy interesante para esta generación moderna llamado “la cosificación del yo” término que en resumidas palabras hacía referencia a la disminución del YO o la identidad personal a una cosa, un objeto material; de lo abstracto a lo concreto.
Esta tendencia quizás se pueda relacionar con lo ya antes expuesto por C. Rogers al manifestar su concepción del “ser persona” (tal cual como él le llama), como una cantidad infinita de posibilidades de ser, obviamente la virtual (que probablemente no la tuviera en cuenta en aquel entonces) es una de ellas , que no es la única ni la más importante, aunque el momento histórico pareciera hacer creer lo contrario.
Unos de los fundadores de una famosa red social, Sean Parker, reconoció que esta institución busca explotar una de las grandes debilidades del ser humano: la aceptación y validación social. El ser humano ha caído en el juego de la co-dependencia con el otro que está detrás de una pantalla, le otorgado terceros el poder de validar su auto-concepto y su autoestima por medio de un simple click al que se le ha bautizado como: “me gusta”.
Ahora pregúntate: ¿Cómo te sientes cuando publicas algo en tus redes sociales y ni un “me gusta”?
Hablando sinceramente: ¿Te has sentido ignorado? ¿Poco interesante?
Algunos recurren a lo ridículo, lo insólito, lo polémico o incluso a lo exhibicionista al estilo soft porn con tal de llamar la atención.
¿Ese click es el determinante en tu percepción de bienestar o auto-aceptación?
Las redes sociales se basan en el refuerzo social positivo, por algo no existe el botón “no me gusta” porque nadie quiere exponerse a un algoritmo que contabilice a cuantas personas no le agrada lo que se publica u opina, que a su vez, algunos podrían interpretar que su contenido es desagradable para su círculo social.
Surge la pregunta del millón: ¿Nos entregamos o no a la era digital?
Quizás la verdadera interrogante sería ¿Hasta qué punto es sano o funcional digitalizarse? Una idea que puede atravesar el tema es procurar que lo virtual trabaje para nosotros contribuyendo a nuestro bienestar (sin que dependa del otro) en vez de trabajar para obtener unos bytes de refuerzo social positivo, ahorrando por meses para comprar un dispositivo recién lanzado al mercado del cual no se sabe ni la diferencia con el que se tiene actualmente.
Los estilos de vida cambian de acuerdo a los momentos históricos, la virtualidad es uno de los cambios que corresponden a nuestra época, de tal forma que, si no fuera por ese cambio quizás tardaría unos meses en llegar este texto por correspondencia, mientras que ahora puedes acceder a este post con tan solo un click.
A medida que pasa el tiempo las ideas del siglo XIX aportadas por el filósofo y padre de la sociología Augusto Comte parecen tener más sentido y coherencia, ya que él afirmaba que la tecnología cada vez abarcaría más aspectos y ámbitos de la personas.
Este texto no sugiere un estilo de vida rudimentario y arcaico sin interacción virtual, porque al fin y al cabo las cosas no son ni buenas ni malas, sino más bien funcionales, y los avances tecnológicos se han vuelto un medio importante para la supervivencia humana; desde lo laboral, lo educativo, comunicativo, entre otros .
Sin embargo, el eje central del asunto probablemente se encuentre en que la disfuncionalidad llega cuando la persona prefiere invertir más tiempo y energía en su imagen digital (escogiendo un filtro que le haga lucir mejor por ejemplo), en vez de su auto-concepto o imagen real. Es necesario hacer conciencia que somos más de lo que el otro puede ver, aprobar o validar de mi.
¿Realmente le corresponde al otro aprobarte y validarte?
Probablemente la respuesta sea no, aunque la mirada al futuro apunte a un estilo de vida como el que vemos en la película Ready Player One, la búsqueda del desarrollo intrapersonal hacia el exterior (y no al revés) debe hacerse prioridad, al final el “sí mismo” es lo único que queda cuando la electricidad, el wifi y todos los demás se van...

Pedro Cadenas: Licenciado en Psicología, mención Clínica de la Universidad Arturo Michelena. Docente y Psicoterapeuta con experiencia en el ámbito clínico, organizacional y deportivo.
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